miércoles, 28 de julio de 2010

JUSTIFICACION

Las estadística de las Naciones unidas dicen que América Latina los niños de la calle sus edades oscilan entre 8 y los 17 años. Las niñas constituyen aproximadamente un 10 y 15%, ya que tienen más posibilidades de elaborar estrategias alternativas (cuidados de hermanos menores, trabajo doméstico, prostitución.)

La pobreza en América Latina produce muerte, enfermedades evitables, causadas por las falencias, ausencia de sistemas sanitarios y educativos, el abandono y la falta de hogar.

Es sabido que la pobreza y el desempleo de los adultos es fuente de desesperanza, complicando las relaciones entre padres e hijos y creando situaciones límite en la configuración familiar. Se intenta responsabilizar a los padres sin conciencia, pero si existe esa calidad de padres, por lo general soportan la misma marginación que sus hijos. Dice acerca de esto el padre Caja de: "La realidad de los chicos en riesgo es consecuencias de problemáticas que empiezan en sus familias. Cuando decís que a los chicos de Argentina les faltan sus derechos, estas diciendo que le están faltando los derechos a los padres de los chicos. En la medida que aumenta la franja de exclusión de los padres esto se reproduce sobre la niñez."(Diario Hoy, 25/4/99)

Aún cuando la problemática de los niños de la calle aparece ante la sociedad como un hecho crítico en aumento, su cuantificación resulta dificultosa. Ello se debe a que los mismos niños en general deambulan de un lado al otro de la ciudad y al hecho de que gran cantidad de niños van al centro de las ciudades en calidad de trabajadores, solos o con sus progenitores, distorsionando la evaluación de su situación.

“La idea de mafias del sexo o de la droga, que manejan algunos grupos de chicos, niega la situación estructural que los arroja a los lugares vacíos de la ciudad. Quedan a merced de la calle y sus dueños, desde la policía hasta de los aprovechadores de su infancia y su soledad" (Reparto, Carlos. Medico psiquiatra y Prof. de la UBA, Clarín 2/8/98)

A partir de datos obtenidos por UNICEF, tomados de informantes clave, en el año 1991, se puede estimar en todo el país que habría alrededor 24.000 niños que trabajan en las calles y 6.000 niños que viven en la calle, es decir sin vínculos familiares o con vínculos débiles. La gran mayoría (80%) son varones y su distribución etérea es la siguiente: 15% son menores de 8 años de edad, 50% tienen entre 8 a 14 años y 35% entre 15 y 18.

Un elevado número de estos niños y adolescentes ya ha pasado por algún nivel de judicialización, presentando algunos un ciclo policía-juzgado-instituto-calle, proceso que los va deteriorando aún más.

En la opinión del Director de Minoridad del Arzobispado, Jorge Herrera Gallo, el chico de la calle es alguien que más que vivir sobrevive. "En la calle el chico aprende a sobrevivir cada día que pasa, por lo cual tendrá que aprender el lenguaje, las conductas y las reglas de las "ranchadas" que son los lugares donde se juntan los chicos."(Clarín, 2/8/98)

Según estimaciones realizadas por INDEC/CELADE, la tasa de actividad de los niños entre 10 y 14 años pasó de 8% en 1960 a 6,6% en 1980. En este último año, las tasas de los varones (8,3%) y del área rural (11,8%) fueron las más altas.

En cuanto a la situación de las niñas, su inserción laboral tiende a ser subestimada ya que las que están a cargo de las tareas domésticas, no son consideradas como trabajadoras ni están remuneradas, lo que dificulta su relevamiento.

Una investigación realizada en 1987, utilizó un cuestionario con preguntas adicionales a las habituales con el objetivo de mejorar la captación de la extensión del trabajo infantil (6 a 14 años). Al mismo tiempo, permitió conocer algunas relaciones del trabajo infantil. Aquí también se confirmó que la tasa de actividad de los pobres (3,6%) es superior a la de los no-pobres (1,5%). Asimismo, la actividad laboral aumenta con la edad y la pobreza: mientras 6,8% de los niños pobres de 11-14 años trabajan, ese porcentaje desciende a 1,2% entre los niños pobres de 6 a 10 años. Por otro lado, los resultados indicaron que los niños trabajadores pobres realizan sus actividades laborales fundamentalmente como cuenta propia o empleado doméstico, y a medida que disminuye el nivel de pobreza, predominan las actividades de "ayuda familiar" o asalariadas. O sea, los niños de familias más pobres realizan los trabajos más marginales.

El lugar marginal y la poca solución que les da la sociedad les permite(o les obliga) a elaborar estrategias de urgencia que les proporcionan algún recurso económico (limpieza de parabrisas, venta de estampitas, robo) A las cuales el imaginario social1 llama trabajo infantil, pero que en realidad no pueden llamarse trabajo, ya que son solo actividades destinadas a la supervivencia.

Hoy podemos pensar a estos niños de la calle como un excluido más del mercado.

OBJETIVOS

El proyecto se fundamenta en el principio del aprendizaje activo, aprovechando la experiencia cotidiana de los participantes; esta estrategia permite a los chavales establecer el marco de exigencias que demanda el medio, al tiempo que participan en la reformulación de los diversos ámbitos del programa.

La actuación está enfocada a la atención y el cuidado de los habitantes de la calle menores de edad y con problemas relacionados con las drogas. A través de una red interna y externa de servicios, se ofrecen diversas alternativas para la atención a estos menores desde una perspectiva de protección integral y en el marco de la defensa de los derechos del niño.

La iniciativa ha permitido mantener una tasa reducida de niños sin hogar gracias a que son recogidos diariamente, evitando niveles altos de deterioro. Por otro lado, se ha puesto en marcha una red de servicios que ofrecen atención frente a diversos problemas, ofreciendo soluciones adecuadas.

INTRODUCCION

El niño de la calle ha cortado todo contacto con su familia. No es cierto que no tenga familia. Simplemente ya no la tiene en cuenta. Esto puede ser debido a varias causas, la más frecuente de ellas siendo la disolución del núcleo familiar: muy a menudo, el cabeza de la familia es muy móvil. No duda en desplazarse para buscar un trabajo y a rehacer su vida a decenas o centenares de kilómetros del hogar. Abandona a la familia, aparece una nueva esposa (o un nuevo esposo). El niño o la niña rechazan al padrastro o a la madrastra, lo que les lleva a usar la fuerza, pegándole con frecuencia. Entonces el menor huirá. Esta es la primera causa y el caso más corriente.

La segunda causa está constituida por la miseria: Una familia demasiado numerosa, una sequía, una calamidad natural, y ya tenemos a una familia en vía de disolución. El marido rehúye de sus responsabilidades y se marcha a la ciudad. Un día, la madre ya no puede más y hace lo mismo, dejando a los niños a la abuela, o llevándoles con ella a la ciudad. Para sobrevivir, mendigará o se prostituirá. Es probable que un día la abuela también llegará a la ciudad con todos los niños, porque ya no puede alimentarlos.

La tercera causa es la guerra. Se pueden dar las tres condiciones a la vez, siempre se llegará al mismo resultado. Poco a poco el niño o la niña perderán el contacto con su familia, abandonado en la gran ciudad. Ya no es el niño o la niña de tal o de cual, simplemente es un niño de la calle.